Dicen que el programa de «El Jefe Infiltrado» de Kiwi Atlántico ha sido uno de los mejores de la historia. Y lo dicen porque nuestro gerente, Carlos Vila, ha sido uno de los pocos que ha conseguido emocionar al público. Han sido cientos las felicitaciones que nos han llegado por el programa. Hemos decidido hablar con Carlos para que nos cuente qué tal ha sido la experiencia y, sobre todo, para que sea él mismo quien agradezca todo el cariño recibido.
Cuéntanos, Carlos ¿Qué tal la experiencia?
La experiencia ha sido muy positiva después de haberla pasado. Pero la verdad es que en el proceso de grabación, con las vivencias, el saber cosas de la empresa que no sabías que ocurrían, la tensión con los trabajadores y trabajadoras, etc, hacen que todo se viva con mucha tensión. Además esa tensión se hace más grande cuando tienes que cuestionar el trabajo de unos auténticos profesionales y ellos, por querer demostrar esa profesionalidad y saber que están siendo grabados, se ponen nerviosos y sufren. También he vivido con mucha intensidad algunas situaciones personales que te hacen reflexionar. En fin, la experiencia ha sido enriquecedora desde el punto de vista personal y, sobre todo, empresarial.
¿Qué es lo que más te ha costado hacer en el programa?
Fu el día de la reunión con los trabajadores para comunicarles quién era y lo que habíamos hecho en común. Es una sensación agridulce, ya que por un lado hay cosas que no te han gustado y al mismo tiempo tienes que valorar todo lo que hacen. Y valorar no sólo ese día tan complejo -porque te están grabando, se les pone al limite- sino porque debes intentar ser justo y valorar todo su trabajo, sus ilusiones y, además, recriminarles algunas aptitudes para acabar reconociéndole su valía y compensarles económica y profesionalmente.
¿De todo lo que has vivido durante la grabación, con qué te quedas?
He podido comprobar que, a pesar de que en la empresa también tenemos algunas cosas que mejorar, el grupo humano tiene una implicación enorme. Con eso me quedo. Esa implicación explica muchas de sus reacciones; me han despedido incluso porque «no era consciente» de lo que cuesta producir agrícolamente. Eso ha que valorarlo muy positivamente.
Eres consciente de que has quedado como un jefe bonachón y sensible, ¿verdad?
Sí, es mi forma de ser. Yo soy más bien un jefe asertivo y que confía mucho en las personas con las que trabajo. Para mí el reflejar emociones no es un síntoma de debilidad, sino de comprensión y de experiencia propia. También es cierto que si en un momento tengo que tomar una decisión dura porque afecta al conjunto, en ese caso no tengo dudas en hacerlo.
Han sido muchas las felicitaciones que nos han llegado a través del Facebook o correo electrónico. ¿Qué tienes que decirle a todas estas personas?
La verdad es que estas felicitaciones se agradecen muchísimo y para mi significan que de alguna forma se han identificado con mi forma de ser y de expresarme. Estoy convencido de que ellos también lo harían igual que yo si estuviesen en una situación similar. Por ese motivo voy a decirles algo que a mí me gusta decir sobret odo en estos casos: les deseo el doble de lo que ellos deseen para mí. Posiblemente es una frase hecha pero es como lo siento.
Repetirías la experiencia?
La verdad es que una experiencia es suficiente. Repetirlo quizás ya no sería igual porque tienes la experiencia de haberlo vivido.